martes, 16 de agosto de 2016

Microrrelato.

Ella es, bueno... es lo más bonito de este mundo. Es todo lo que podría soñar. Y a pesar de que sé que nunca podría siquiera llegar a rozarla, eso no hará que me rinda. Seguiré luchando cada día por llegar hasta ella.

Por eso cada mañana salgo con mi bote. Y remo. Paso el día entero allá, cerca de la orilla, pescando. Pescando y pensando en ella. Anhelando el momento en el que pueda volver a contemplarla en toda su hermosura.

Por eso cada noche salgo con mi bote. Y remo. Remo hasta el fin del mundo. Y allí, cuando estoy exhausto, cuando siento que mis músculos se van a desgarrar por el esfuerzo, me dejo caer sobre la dura madera de mi bote y ella me mece en su espejo, suavemente, con mucho cariño. Y me deja admirarla, lejana y muy bella.

Aun sabiendo que jamás podre alcanzarla, cada noche me tumbo en mi bote y miro la Luna, porque ella ilumina mis noches, y ella es la razón de que siga aquí.






*Este microrrelato no es original mío, pertenece a Germán Matilla que de ahora en adelante de vez en cuando participará en este blog con este tipo de cosillas. Esperamos que os haya gustado*

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