miércoles, 3 de agosto de 2016

Confusión.


-No, por favor, no lo hagas. Sabes que no quieres hacerlo, no quieres… no quiero.- el miedo lo paraliza, lo abruma, lo va destruyendo por dentro poco a poco, haciendo que no pare de temblar ante la idea de lo que quiere.

Amigos míos, una cosa es querer, poder o deber. Sé que no tiene sentido alguno, pero realmente lo tiene. Confuso, ¿no es así? Pues lo es, pero no lo es.
Doy un paso atrás. “No, esto no puede seguir así, realmente no quieres hacer esto, ¿por qué lo haces?”
Tal vez es lo que quiere y esa persona no lo sabe.

-Te estás equivocando.- lo niega, lo niega en rotundo y es ignorado por completo.
Error, nunca me equivoco, nunca lo hago mal; nunca, repito, nunca hago algo mal.

Retrocedo otro paso.

-No… no, de verdad, ¡no me puedes hacer esto! – poder… sí que puede.
“Perdona, pero si puedo; puedo, y si puedo acabaré queriendo, terminando por un debo.”
-Sigue pareciéndome que no tiene ningún sentido, puedes, acabarás queriendo y al final, deberás hacerlo. Porque puedes, ¿no es así?- intento comprenderlo, me resulta difícil aunque sea lo más fácil del mundo. Error.
-No, soy persona, persona que como muchas puedo hacerlo, acabo queriendo hacerlo porque sé que será mejor y acabaré debiendo por el simple hecho de que es lo correcto.- satisfecho y orgulloso, sigo hacia delante.

No, no es así.
Error. Un último paso atrás.
-No es así, te equivocas, no es lo correcto.- error.
“¿Tú qué sabes?”
-Yo sé qué es lo correcto.- error.

No es lo correcto.
Otro paso atrás, que provoca la caída al vacío de quien está equivocado.



Así se extinguió la raza humana.

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